martes, 15 de mayo de 2012

II




Cabalgando en la oscura noche de mi  mundo a lomos del caballo  de  “La Muerte“, que busca despreocupado a su jinete y viendo cómo sufre mi vida a través de esos temidos ojos rojos que sólo saben inspirar odio y miedo… En cierto momento de aquel camino que llenaba de sufrimiento a mi ser, vi una pequeña luz en un camino que me pareció insignificante, pero de repente salió una flecha dorada que atravesó mi cuerpo duro como la piedra hasta ese momento y calentó y despertó a mi alma, que hasta entonces estaba gélida como un iceberg y dormida, que hizo que me cayera a suelo. Al levantarme descubrí que había llevado todo este tiempo una venda negra en los ojos y al caerme del caballo, cayó conmigo, entonces vi una pequeña senda de verde hierba y hermosas flores,  me tumbé en la hierba y alcé  mi vista al cielo donde pude ver una majestuosa luna brillando en todo su esplendor; al poco tiempo me invadió el sueño y dejé de luchar contra él.


Al despertarme descubrí que iba montado en un caballo blanco como aquella luna y con unos ojos rojos que al contrario que mi antiguo corcel inspiraban tranquilidad y cariño. Dejé sin oponer resistencia que me llevara hasta un gran árbol donde una figura sentada tranquilamente parecía como si me esperara. 


Aunque sólo fue un sueño lo revivo cada vez que pienso en ti. Sé que hay personas que al igual que yo se acuerdan de un momento alegre para aguantar el malo en el que están, pero la diferencia es que yo no tengo un momento que recordar, sólo puedo hacer una cosa, recordar tu rostro para poder recordar tu nombre que cada día intento olvidar, pero que siempre sigo.

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