martes, 6 de marzo de 2012

Reminiscencias del pasado

Entre jazmines, entre luminosos jazmines del patio florido, te recuerdo. Entre jacintos y azuladas hortensias, oloroso rosal y geranio, y tropical hibisco; recuerdo tu dulce figura.

Recuerdo tu delicadeza, tu dulzura, la tierna mirada que siempre me dedicabas. Recuerdo tu aroma, tu fresca fragancia de canela fina, de fragante romero, de alegres violetas… ese inconfundible olor que emanaba tu persona. Recuerdo la sutileza de tus manos marchitas, las sortijas que la adornaban; en especial aquella tricolor que tanto me gustaba. Te recuerdo como la compañera de mis juegos, impulsora de mi creatividad, de mi arte; la que consentía a su niño y se dejaba padecer y ofrecer cualquier cosa que pidiera; la que me mostró el sol de la vida y con la que paseaba en la deslumbrante mañana del pueblo.

Me hizo falta más tiempo para conocerte, para que me contaras tus historias, para oír todas esas tradiciones con sabor antiguo que me apasionan; pero no me ha hecho falta tiempo para poder amarte, para admirarte, para recordarte eternamente y para que seas para mi ese ideal ejemplo a seguir de tolerancia y bondad.

Recuerdo, recuerdo, recuerdo… un día que con picardía te negué un beso, ¡Ay! Lo que yo diera porque ahora me lo pidieras, por notar el calor de tu piel, por volver a sentir tu aroma y trasladarme al inmaculado jazmín, por volver a mimarte y para hacer de mi mejilla un relicario de oro en el que guardar por siempre tu beso.

Eres mi tesoro más preciado.

Ricardo M. Pueyo Sastre, 2º Bach. B

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